jueves, 24 de junio de 2010

Sexo&Alcohol

El alcohol es un potente depresor del sistema nervioso, de forma que sus efectos son claramente apreciables tras la ingestión, incluso con un consumo moderado. Sin embargo las personas suelen ver al alcohol como una sustancia que incrementa su funcionamiento sexual. Esta creencia se debe más a su efecto inhibidor de las conductas que a un efecto real sobre las capacidades sexuales. El alcohol puede alterar los comportamientos convencionales y hacer a la persona mas relajada al permitirle perder el control sobre algunas de sus emociones y desinhibir conductas que ha aprendido a controlar en situaciones sociales. De esta forma puede facilitar la aparición del impulso sexual, pero dado que también inhibe partes del SNA (Sistema Nervioso Autónomo), facilita a corto plazo trastornos como la falta de erección o flacidez que dificulta la penetración, y a un plazo de tiempo no muy mayor problemas endocrinos, neurológicos y vasculares que reducen de forma permanente la respuesta sexual.
El alcohol no es un buen amigo del sexo. Está lejos de ser un poderoso afrodisíaco, como se ha creído durante años. El abuso del alcohol no favorece el placer sexual. Bien al contrario, al no tener el control absoluto mental y físico, impide un correcto y saludable coito, favorece la agresividad y todo tipo de enfermedades. El alcohol, como los demás tóxicos, tales como el tabaco, marihuana o cocaína, y todo tipo de drogas, afecta mucho a la sexualidad. A nivel cerebral, actúa sobre el lóbulo frontal, alterando la capacidad de juicio y autocontrol.